No había existido un motivo muy grande que me inspirara a
querer compartirles unas líneas, ya que afortunadamente la vida va bien.
Desde hace algún tiempo soy consciente de que soy un hombre bendecido
y que las circunstancias que me rodean, siempre después del justo balance de
las cosas, tienden a ser más favorables que adversas, y que quizá sí, mi visión
optimista de las cosas, me haga ver que tengo una vida de poca madre.
Honestamente prefiero verlo así.
Seguramente habrá algunas personas que me digan que mi
enfoque de la vida está mal, ya que yo no tengo responsabilidades, no tengo
hijos, tengo un buen trabajo, tengo a mi familia completa, etc.
Y les doy la razón, gracias a todas esas circunstancias, y
algunas más, es por lo que puedo atreverme a hacer tal afirmación acera de lo
bendita que es mi vida.
Sin embargo, estoy seguro que no soy la única persona que
tiene esa creencia, ya que afortunadamente me he encontrado, a lo largo de mi
vida con muchas personas que comparten este punto de vista.
Sé que nuestro país no vive la mejor situación, sé que nos
hemos visto envueltos en muchas cosas que salen del alcance del ciudadano común
y que los problemas de corrupción, de desigualdad social, de pobreza, etc.
ocupan las principales páginas de los periódicos, acaparan las charlas diarias
y las principales preocupaciones en nuestras mentes, todos los días.
También es notable que vayamos de decepción en decepción,
con una selección de futbol que no da triunfos, con una gasolina que sube cada
mes; con maestros que en lugar de dar clases invaden el Zócalo de la Ciudad.
Es desesperante también ver a una juventud que cada vez está
más confundida, más extraviada. Nos agobian las noticias de los “Ninis”, de
aquellos jóvenes cuyo sueño más anhelado es crecer y convertirse en unos
grandes capos del narcotráfico y vivir en cuerpo propio aquél sueño infame del dinero fácil y la vida de
excesos que los propios medios de comunicación promueven.
Pero también sé que en realidad, pocos esfuerzos
individuales hacemos para que las cosas sean diferentes.
Somos un pueblo al que le encanta quejarse, pero que pocas
cosas le gusta hacer algo por cambiar la situación. Somos especialistas en
criticar al Gobierno y lamentarnos cotidianamente de lo que no se nos da. Sin embargo
al momento de tener que emprender la acción y marcar la diferencia en las urnas,
optamos por no ejercer la obligación del voto; o votar a escondidas por los de
siempre; o lo que es peor, vender nuestro voto por una despensa, al fin y al
cabo “de todas maneras van a ganar”, “más vale que aunque sea una despensa les
saque”.
Nos encanta decir que siempre el que está mal es el de
enfrente, porque cuando nos toca analizarnos a nosotros mismos, por lo regular
siempre decimos: “es que no está en mis manos”, “es que tus circunstancias son
diferentes”, “es que tú no sabes lo que significa”, “es que tú siempre vuelas
en tu nube”… y como decía uno de mis mentores el Contador Muñóz: “lo que sigue
después de un es que… siempre es un pretexto”
Opinamos fuerte con respecto a cómo deberían ser las cosas,
sin embargo cuando se trata de trabajar activamente con otros para hacer la
diferencia, resulta que no tenemos tiempo, o que el esfuerzo será en vano, ya
que el cambio no depende de nosotros.
Así somos, así nos gusta ser, y a como veo las cosas, así
seguirán.
Pero tampoco es eso lo que quiero compartir, no quiero
debatir esos puntos que todos sabemos. No quiero entablar polémica acerca de
nuestro círculo vicioso. Simplemente quiero expresar mi consciencia de que a
pesar de que no tiene las mejores condiciones políticas, ni económicas, ni
sociales, México es el mejor lugar del mundo.
México es mucho más que un puñado de políticos corruptos. Mi
País va mucho más allá de sus grandes capos y sus esbirros que se encargan impunemente
de manchar con la sangre de sus compatriotas nuestra tierra bendita. Mi Nación
está constituida por generaciones de personas orgullosas del lugar en el que
nacieron, de la gran cultura que nos fue heredada; y que siempre tendrán una
sonrisa franca para ofrecer lo mejor de sí a cualquier persona que nos visita.
Mi Patria se ha forjado a base del trabajo de millones de personas que todos
los días salen a partirse el alma trabajando para llevar decentemente el pan a
sus hogares.
Ese es mi México, mi tierra; cuna de grandes personajes,
escenario de grandes logros, emblema de grandes civilizaciones, que nos han
dado dignidad, libertad e identidad.
Ese es el país del que yo vengo y al que le debo mi respeto,
mi admiración y mi lealtad.
Es curiosa y a la vez electrizante, la sensación que te da
escuchar las opiniones de tu país una vez que tienes la oportunidad de salir de
él. Para que se te enchine la piel con comentarios del tipo de ”En
américa, los únicos que tienen el sueño americano son los mexicanos, porque
todos los demás tenemos el sueño mexicano”, o del tipo: “qué se siente vivir en la Ciudad más grande
del mundo”, o “mi sueño siempre ha
sido poder vivir en México y recorrer ese país tan maravilloso”
Y lo mejor de todo es que todos podemos tener opiniones
diferentes de lo que representa México, y siempre podremos expresarlo abiertamente
sin que nos caigan encima.
Y como ya dije lo que siento en este momento, no me resta más
que decirles:
VIVA MÉXICO CABRONES!!!!