martes, 3 de diciembre de 2013

Por qué los hombres dicen mentiras



 

Es una pregunta que recurrentemente me hacen mis amigas, sobre todo, aquellas que han sufrido “el engaño” por parte de unos de mis congéneres.

Procuraré ser lo más neutral en mi respuesta a ese enigma; y en ese intento dar rienda suelta a mis enfoques. También y como si aquello fuera posible, hacer de cuenta que no tengo género, es decir, describir las cosas como si no fuera hombre, como si tampoco fuera mujer. Decirlo todo desde una perspectiva alienígena, a nivel de un mero espectador.

Ya sin más, develaré este oscuro misterio.

Queridas Amigas: Los hombres son mentirosos porque a ustedes les encanta que les digan mentiras.

Antes de ser excomulgado, quemado en leña verde, lapidado, o ya de plano cercenado de los genitales (comúnmente dicho: capado, aunque les recuerdo que para fines de este escrito no tengo que capar) denme oportunidad de argumentar mi punto.

Antes de seguir adelante quiero aclarar varios puntos que pueden ser útiles al momento de acomodar los conceptos y que nos ayuden en la búsqueda de la verdad:

1.       Las afirmaciones hechas con respecto a “totalidades” están basadas en mis muy particulares “totalidades”, cifradas en las personas que conozco. Seguramente muchos de los lectores no entrarán en el campo de estudio y sus muy únicas y particulares características los harán seres irrepetibles, que aun viviendo en la Tierra, parecen vivir en otro mundo. Es decir, pueden afirmar: “ay… yo no hago eso”… “ash… yo no pienso así”… “Osea… a mí no me pasan esas cosas”… En fin, le pasa a todo mundo excepto a ellos. Por eso quitamos del grupo muestra a estos seres tan peculiares. Si tú no perteneces a las clasificaciones, está bien, ni hay lío. Cuando alguien se anime a platicar de particularidades, prometo remitirte a esa persona. Acá nos enfocaremos en lo que pudiera ser considerado como regla general, porque las excepciones me dan mucha hueva.

2.       Para proteger la identidad de las personas a quienes haga referencia, inventaré nombres y situaciones completamente ficticias y advierto: cualquier semejanza con la realidad es pura y merita coincidencia. Los datos, nombres y situaciones escritas en el presente espacio son formuladas por la mente perversa y con aspiraciones alienígenas del autor.

3.       A todos los seres humanos que conozco, les gusta el praw praw:  es decir, que gracias a esta afición natural por los mecanismos biológicos de reproducción, es que la especie ha logrado perpetuarse. Sé que hay muchas personas dicen abiertamente que no les gusta el cuchi-cuchi, sobre todo algunas mujeres, y creo que gran parte de la problemática planteada se desprende de este punto. Ya que a manera de retórica podríamos cuestionar “cuántos hombres podrían expresar abiertamente sus intenciones sexosas, sin ser reprimidos inmediatamente por tamaño cachetadón propinado por ofendida dama, seguido de la expresión… yo no soy una de esas!!!, sin tomar en cuenta el inmediato estigma social de ser calificado como sucio, degenerado, cachondo; por la simple manifestación del deseo praw prawsozo ante la fémina de su predilección.

Habiendo hecho estas aclaraciones daré paso a los pensamientos que me llevan a esta tremenda afirmación de que los hombres son mentirosos porque a las mujeres les encanta escucharlas.

Y por supuesto me dispongo a fundamentar mi aseveración.

Para entender mejor el punto, hagamos un ejercicio imaginario.

Supongamos que se presentan ante una bella y fina dama, en edad física e intelectual suficiente para ejercer la sexualidad sin ningún obstáculo adyacente a su mera decisión. Lo cual entiendo que ya con la mera mención, suena extremadamente complejo, ya que regularmente existen mil y un inconvenientes de tipo familiar, social, religioso, biológico que influyen en una decisión tan delicada y trascendental.

Sin embargo al tratarse de una simulación, podríamos suponer condiciones de laboratorio, en las que llevaríamos a cabo el ejercicio en un contexto optimizado.

La directriz es que tres sujetos, a quienes se describe a detalle más adelante, quieren beneficiarse de los favores eróticos de la damisela en cuestión, y aclaro desde el principio en términos campechanos, los tres se la quieren almorzar, descansar, cenar, comer o el término que mejor les parezca para determinar que se la quieren enchipoclar.

En base a esta lógica plantearemos pues los escenarios bajos los cuales cada uno de los hombres realiza dicha solicitud:

Como inciso A, tenemos a Ebodio, un hombre bien parecido, seguro de lo que quiere, no se anda por las ramas y que ve al objeto del deseo, la aborda, intercambian frases; después de una charla considerablemente amena, Ebodio le dice a la fina dama que ha acaparado sus miradas, que le encantaría conocerla en el territorio de las sábanas, así de simple, así de llano.

B) José Fausto es un tipo sin mucha experiencia en esos menesteres del flirteo y la seducción, no es mal parecido, y no tiene un interés principal en establecer una relación formal, pero está abierto a las posibilidades.

Ubica en su espacio cercano a la dama propuesta para el ejercicio, hace el aproach, se genera entre ellos cierta simpatía, intercambian teléfonos, “texstean” casi toda la semana, en un día de aquellos quedan en salir, llega el día, salen, y casi al final de la velada Jose Fausto se la deja caer y sin decir nada, se va al apañón y le mete tremenda fajotiza con las intenciones evidentes de que la dama en proceso experimental afloje el cuerpecito.

C) Maximino, el tercer candidato, es un hombre más bien tirándole a “X” (una espantosa X como dijera Chavelo antes de entrar a la catafixia), es decir, ni guapo, ni feo sino todo lo contrario, con una letra muy bonita, unos modales impecables, y muy bellos sentimientos.

Observa a la dama, objeto de este estudio, que a partir de ese momento se convierte en su oscuro objeto del deseo, con toda la pena del mundo se lanza al abordaje, platica un par de horas con ella, salen diez veces y al final de medio año, sin sexo, descubre un enamoramiento súbito.

Empieza a profesarle un amor quemante y una pasión desbordada, le cuenta sus planes de construir una modesta casita en la cual podrán construir su hogar y criar a los 6 chilpayates que serán el fruto de su amor. Pero antes, para darle a su corazón la tranquilidad de saberse correspondido, la chiquilla afortunada tiene que aflojar el cuerpesín. Si ella piensa que es demasiado pronto, no importa, un hombre enamorado saber ser paciente y esperar

 Bajo estas premisas podríamos hacer la hipótesis de base:

¿A cuál de los siguientes candidatos, A,B o C, elegirá la damisela en cuestión para ejercer su libre sexualidad?

Jugaremos un poco con las posibilidades… recuerden que yo no tengo género… soy un alienígena que hace experimentos….

La damisela analizaría las posibilidades:

Opción A: para nada… es demasiado directo, seguramente nada mas eso quiere… y el que quiera azul celeste, que le cueste… opción A, descartada… qué le pasa al tipo este, cree que nomás es de presta y ya???... nel…. Next!!!!!

Opción B: Pues no suena nada mal, hay que conocerse, digo al menos invítame un cafecito no?... pero no sé, igual y nada más quiere aquellito… lo voy a pensar, pero de momento no.

Opción C: Se ve que es un tipo dispuesto, atento, me trata bien, ya llevamos seis meses y no ha querido nada de nada, igual y este me conviene porque se fija en mis sentimientos… le importo… y no nada mas es el arrumaco… a este si… con este si me aviento!!!

Como observación final del experimento debo aclarar nuevamente que “TODOS QUIEREN LO MISMO”…. Fue la primera indicación… los tres candidatos quieren ejercer la sexualidad con la dama objeto de este experimento…

Lo que cambia es la manera en que se lo plantean…

Luego entonces amigas… si ustedes eligieron la opción C… es porque les encanta que les digan mentiras!!!!!

De todas maneras, aunque se casen con ustedes… se las van a querer enchipoclar!!!!

Pero siempre sonará más bonito… cásate conmigo y tengamos seis hijos... a probemos a ver qué pasa?

Por eso los hombres se han vuelto mentirosos, porque saben que es mejor disimular las intenciones, para que no les sea taaan difícil a ustedes responsabilizarse de las decisiones.

Cuando todo termina y viene el golpe de realidad, siempre será más fácil llorar y decir: “es que me engañó, me dijo que me iba a poner casa e íbamos a tener seis chilpayates

A decir: “yo desde el principio sabía lo que queríamos, me atreví y no salió… next!!!!

Por eso es que en conclusión podremos decir que los hombres son mentirosos, porque a ustedes les encanta que les digan mentiras.

Y como ya me dio weba ser alienígena, me regreso a ser hombre que escribe sus traumas.

 

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