miércoles, 19 de septiembre de 2012

La Tabla del cero



La tabla del cero

Hace poco escuché por ahí a una linda persona referirse a mí como la tabla del cero.
Supongo que el sentido que debe darse a tal descripción debe ser por aquello de que “soy más fácil que la tabla del uno”. Comparación por demás divertida, ya que no hay bases sólidas que fundamenten el mote, al menos no de la distinguida damisela a quien le escuché llamarme de esa manera, porque honestamente no me ha hecho suyo, ni nos hemos tocado nuestras cositas ni nada que se acerque siquiera a ser un acto de erotismo, es más, ni siquiera lo mas primigenio que de un acto que pudiera considerarse sexual. Y estarán de acuerdo conmigo en que a estas edades, en las que ya no nos andamos por las ramas, no cualquier cosa que suceda entre un hombre y una mujer resulta sexual.
Para ponerlo bien fácil… no es sexual si hay ropa o ausencia de genitales, pa pronto.
Sin embargo el escuchar esa descripción de una persona con quien no he tenido esa clase de roces, me suena bastante divertido y me hace reflexionar acerca de si la “facilidad” a estas edades es algo bueno o algo malo.
Seguramente algunos de ustedes que me conocen de hace algunos años podrían alzarse con una oración del tipo: “pinche Pablo, no te hagas wey… difícil, así que digamos que difícil eres… la verdad es que no”.
Y tienen toda la razón, la verdad de las cosas es que no le veo el chiste a hacerme el interesante o el complicado o en pocas palabras a hacerme el difícil. La situación es verdaderamente sencilla, si una chiquilla quiere conocerme en otras instancias, basta con que lo proponga, si me gusta, pus le damos gusto, si no me gusta le doy la vuelta, igual y en otra ocasión con unos cuantos wiskoles encima, sí se hace.
La reflexión a la que pretendo llegar es si en realidad “hacerse el difícil” trae alguna ventaja, si acaso el ser muy selectivo, le trae algún plus a nuestra vida o un poco mas de emoción a nuestras relaciones.
Desde mi perspectiva y experiencia de “hombrezuelo” podría decirles que el ser extremadamente fácil, tal y como pudiera serlo la “tabla del cero”, lo único que ha traído a mi vida es mucha diversión, buenas experiencias, y sobre todo, la gran libertad de ser como soy, sin tener que meterme en el juego de las apariencias, e intentar ser algo que a futuro no podré sostener, y al final las chiquillas en cuestión, me tachen como un mentiroso que aparentó ser muchas cosas, con la finalidad de tener un encuentro cercano del tercer tipo.
Para ser honesto creo que aceptarnos desde el principio como somos, de la manera más simple, con virtudes, defectos, ventajas y desventajas ayuda en gran manera a no tener que ocultar nuestras buenas o malas intenciones en ningún momento.
La moraleja viene para fijar la atención en algo que quizá se pasa por alto en la mayoría de las ocasiones: el poder de decisión que la otra persona tiene, en este caso, y para fines prácticos, yo nunca he ocultado lo que soy, y las hermosas mujeres con quienes he pasado momentos maravillosos, han sabido, desde el principio, que soy como la tabla del cero.
Lo que para muchas personas parecerá inconcebible es que mientras otros hombres tienen que inventarse toda una personalidad paralela, en la cual aparentar ser muy decentes, muy exclusivos, muy sensibles, con la finalidad de ocultar sus oscuras intenciones y con ello conquistarse a una chica, algunos otros, simplemente decimos como somos, lo que queremos y lo dejamos al libre albedrío de ellas, finalmente siempre han presumido de ser las que deciden... ¿no?
Obviamente no para todos los casos aplica de la misma manera, estoy seguro de que habrá por ahí muchas chicas que gustarán de los hombres difíciles, de los hombres que se hacen los interesantes y como en casi todo, finalmente cada quien sus gustos.
Afortunadamente para los de mi especie, hay muchas mujeres a las que les gusta ahorrarse toda la parafernalia de las relaciones absurdas basadas en las apariencias y las dobles intenciones encontrando un camino más corto, llevando las relaciones a otro nivel, donde lo que verdaderamente importa es  compartir, incluso, las propias limitaciones y los defectos. Sin la promesa vacía de continuidad y perpetuidad.
Sigo sin entender la ganancia de hacernos los difíciles, y si claro, lo digo también por las mujeres que piensan que haciéndolo, nos harán empeñarnos más… bueno… cada quién.
Yo seguiré en este camino feliz esperando haya muchas chicas que de propia voluntad quieran repasar conmigo la tabla del cero.



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